Persiguiendo proyectos

Cuando la vida transcurre persiguiendo proyectos antes de que estos asimilen el calificativo de inconcluso, siempre hay sombras que inundan los espacios, desde algún ángulo dispuesto con precisión geométrica también surgirán figuras que irrumpen, llenando los segmentos volubles con sus cuerpos cálidos de donde emanan adjetivos conductores de un componente etéreo, conocido en los predios humanos como afecto. Sí existe sombra se halla también luz, pero es un acontecimiento asimétrico, porque la luz puede prescindir de la sombra, aun con la presencia del cuerpo, asuntos de la trigonometría: donde los poetas agotan sus licencias y derogan su juventud.

En el plano de los sentimientos, una sombra evoca melodías que perduran en el tiempo y viajan miles de kilómetros amarradas a las fibras invisibles del viento y por eso toca las neuronas por donde viaja el dolor, la alegría y la tristeza. 

Algunos seres vienen al mundo para dar más de lo que se llevan, cuando se marchan el que se queda siente que falta todo, incluso la sombra donde se reflejan las melodías, los recuerdos son una fórmula viscosa, hiriente, en la misma medida que redime distorsiona la manera de olvidar y condiciona la existencia a una luz sin cuerpo ni sombras aferradas a sentimientos inmensos que van cambiando las lágrimas que produce el deseo de llorar, en la ola que ahoga la tristeza. 

Quizás los proyectos no se lleven a cabo, ya que la muerte produce sombras más ágiles y veloces que el tiempo, el paréntesis es obligatorio… y está permitida una dosis desmedida de llanto, que cesa cuando emergen las sonrisas que guarda la memoria, procurando reconstruir el mismo espacio compartido, el mismo sabor de la última botella de vino blanco que hacía sombra en la austera despensa, es entonces cuando la comprensión de amar se hace tangible, cuando al tiempo amenaza sitiar las fronteras del cariño porque la vida transcurre persiguiendo proyectos.

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