El deshuesador

Totalmente insomne, iba recorriendo senderos por donde transita la locura, disolviendo las sombras de la noche entre un suceso que solo fue real en el desequilibrio de su imaginación, formulando respuestas a entrevistas que jamás se llevaron a efecto, conduciendo su vida a un recodo de fantasía que descubriera como terapia ante abominables ráfagas de pensamiento. 

Soñar despierto es una manera práctica de huir con honra de las pesadillas, por lo tanto en la impronta que modeló su ilusión no dejó lugar para amarguras, ni derrotas, ni previsiones, ni coartadas, el dolor solo será sentido en otra carne, él conoce los atajos que desvían el sufrimiento, mientras su mente este ocupada, las calles de oscuros recuerdos estarán cerradas a su memoria, evitar evocaciones es apartarse de una realidad asesina. 

 El deshuesador en su diestra iba haciendo un sinfín de hendiduras en el tiempo descarriado de la jornada nocturna, mientras su mente amalgamaba los aullidos de un precoz aparato de radio con los sonidos propios del aspecto penumbroso de cualquier carnicería, ausente de una realidad hiriente, el acero afilado rendía sus frutos a las primeras luces del alba, presto a la espera de los demandantes de proteínas, quienes con gorja acudían al festín rico en colesterol. 

 Con el atavío ensangrentado y profusamente extenuado, limpia la acerada hoja hasta lograr un brillo de tono abiertamente peligroso, las luces que se desprenden desde el este, disipan la complicidad criminal de la noche, la ley pánfilamente cumple su deber fundamental de proteger a la posible víctima, ya las reces están despiezadas en la despensa; en la lúgubre celda de adobones: descansa el deshuesador.

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