Espacios finitos

Los espacios que dividen un reloj, siempre estarán ocupados por citas, algunas con seres, otras con eventos y miles con inventos; inventos que aceleran los latidos del corazón y que nos conducen a mundos infinitamente desconocidos, al menos esto sucede durante los primeros años de vida, luego la experiencia marchita ciertas emociones y convierte lo especial en cotidiano, en un punto de nuestra existencia nada parece inmutarnos o sorprendernos, es el precio que se paga por saber, esa sabiduría tan anhelada y perseguida produce un letargo emocional que suele transformarse en hastío; por eso exploramos, reinventamos y afrontamos miedos y enigmas como si quisiéramos alcanzar de nuevo esa inconformidad que proporciona la juventud, pero ocurre que ya no se siente lo mismo que otrora, las palpitaciones ya no tienen el mismo eco, los sabores alcanzan un termino medio, ni tan dulce ni tan amargo los sonidos dejan su carácter ancestral para tornarse ubicuos. Todo parece ser común, incluso la desaparición de los espacios que dividen un reloj.

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