Banquete

Mi gato entiende bien que toda fiesta implica ciertas licencias profanas. También sabe que si hay música, habrá también, danza y banquete. 

Los pájaros celebran con algarabía las primeras luces del día, el silencio entra en obsolescencia ante perfectos cánticos que se desprenden desde las ramas, primorosos trinos colorean con delicadeza nítidos acordes: la música. Una coreografía inimaginada invade los aires, adagios y cabriolas se dibujan con simetría pulcra y armónica, afectando las pupilas con su pertinaz eco visual: la danza. Una criatura voluptuosa y frágil se asfixia de dolor, una garra surca con gran ferocidad un pequeño corazón que ipso facto deja de latir: el banquete.


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